Conversamos con Martina Miño Pérez, quien nos comentó como es su proceso creativo, que decisiones toma para elegir con que elementos trabajar y unas reflexionas profundas sobre el mundo del arte. Martina es una artista que le interesa mucho generar diálogos y profundizar en las relaciones a través de los sentidos. Sin duda una artista única en su área que aporta muchísimo al contexto ecuatoriano.
Yo vengo de unos estudios bastantes híbridos, de un conocimiento artístico transversal, por lo tanto, mi obra cruza muchas áreas de conocimiento y de creación. Yo combino en mi obra no solo conocimiento de las artes plásticas, sino también de la gastronomía, por eso comenzó mi curiosidad por lo comestible. A mí me encanta investigar, aparte de ser artista me considero una investigadora y me parece que algo esencial en el arte es la investigación. Creo que los artistas debemos investigar y también basar nuestra práctica en esta porque es lo que nutre al final nuestras obras.
Por un lado, mis obras tienen este aspecto de investigación, también tienen un aspecto relacional que se conecta con la sensorialidad. Yo trabajo obras sensoriales que quieren hacer partícipes a nuestros sentidos de manera democrática en la experiencia artística.
Mi lucha como artista es contra la hegemonía visual. Creo obras que puedan hacer partícipes a audiencias que tal vez no son videntes, grupos de gente que no pueden acceder al arte a través de la vista. Por eso considero que el arte es altamente hegemónico en su visualidad, entonces yo hago obras que sean más accesibles a distintos puntos.
Me interesa mucho la cuestión de lo que no es visible en el arte y lo que se interioriza. Yo trabajo con lo que la académica Rosalind Krauss llama ‘‘las prácticas artísticas contravisuales o antivisuales’’, es decir, lo que desborda lo visible, pero es percibido por el cuerpo de otras maneras. Me interesa mucho saber qué pasa con el arte cuando el objeto desaparece, pero es interiorizado, digerido, masticado, tragado. Nuestro cuerpo no solo existe para sostener vida, también está para sostener valores simbólicos, históricos, memoria y conocimientos diversos. Mi pregunta también va en cómo nuestro cuerpo es una herramienta de interpretación artística.
Mayoritariamente, yo trabajo con el gusto, pero como trabajo con el gusto necesariamente también trabajo con el olfato porque están interconectados. Entonces trabajo con obras tanto olfativas como gustativas. Por ejemplo, obras que he hecho con helados son interesantes porque un objeto congelado no lo puedes oler, entonces hay una parte también como incompleta de esa integración de información al cerebro. Juego con eso un poco, de privar un sentido del otro, jugar con ciertas temperaturas, pero primordialmente con el gusto. También se podría decir que trabajo con el tacto, porque la lengua es un órgano que da lugar tanto al gusto como al tacto y a la articulación del lenguaje. Me encanta ese paralelismo y como la lengua es tan multifacética.
Pienso en mis medios como distintos tipos de elementos comestibles. Puedo hacer un chocolate, un helado, un macerado, un licor. Depende del proyecto, de lo que quiera comunicar. Escojo el tipo de objeto comestible dependiendo del concepto en el cual estoy trabajando. Por ejemplo, la obra que hice con el Adrián, yo hice un macerado de hierbas amazónicas en alcohol de 45% porque me parecía que conceptualmente la extracción de alcohol y hierbas transmitían muy bien esta violencia del extractivismo. Los macerados en alcohol son procesos distintos a los de agua o en aceite, son más violentos, intensos, extremos, irreversibles, digamos. Para esa obra decidí usar alcohol justo por eso, me parecía que conceptualmente resonaba con la idea del extractivismo.
Los helados de memoria, que fue la obra que realicé en el Centro de Arte Contemporáneo, los hice porque me parecía que el helado representaba metafóricamente muy bien cómo funciona la memoria con una ficción. Es decir, es algo muy efímero, temporal, que se puede derretir, desaparecer. Al mismo tiempo nuestra mente es como una congeladora constante que tiene las memorias vivas adentro, pero sin eso se deslíen y desaparecen, entonces me pareció un buen objeto con el cual representar la memoria en su temporalidad y su naturaleza efímera.
En estas obras se tiene que planificar muchísimo, me encanta que sea algo que está vivo, está en proceso de descomposición constante y es algo que tú tienes que pensar. Me parece muy real y más honesto con la vida. El arte como el resto de la vida está en un proceso de cambio constante, me parece que la vida es así. Yo reto mucho esta idea de la permanencia artística, todo lo que trasciende nuestras vidas, en ese sentido es superambicioso. A mí me parece más honesto hacer obras que hablen sobre nuestra propia mortalidad como seres humanos, por eso me gusta hacer estas obras temporales o que trabajen con la idea de contrastar lo permanente con lo temporal. Igual trabajo con mucha metodología de traducción, mis obras son básicamente traducciones entre emociones, historias, memorias a elementos comestibles. Trabajo con comunidades, converso mucho con las personas para poder hacer estos ejercicios de traducción desde la memoria al sabor.
Cuando préstamos atención en cómo nos relacionamos con los alimentos, nos conocemos más. Conocemos la forma en la que nos relacionamos con nuestro cuerpo, con nuestra comunidad, con la naturaleza. Solo es prestar atención a nuestros hábitos para conocer nuestras relaciones, cómo las construimos con lo que nos rodea. Es un acto de tener más conciencia sobre nuestros hábitos alimenticios para conocernos.
En la historia de arte hay una tensión muy fuerte. No creo que debe ser tomado como una verdad, la historia tiene que ser cuestionada como todo lo que aprendemos. Yo creo que la resistencia que existe ahora hacia la historia del arte y la historia es porque se la ha retratado como una verdad, y no es así, tenemos que cuestionar. Las prácticas híbridas artísticas ayudan a flexibilizar las definiciones de lo que es arte. Creo que el punto del arte es crear nuevos contactos entre las audiencias y la experiencia. Creo que eso es importante que el arte haga, si se queda en el mismo tipo de dinámica visual y contemplativa, no puede crear mucho más. No creo que esté mal, pero ¿qué quieres hacer con tu arte?, ¿qué quieres provocar?, ¿cuál es el punto de lo que hacemos?