‘‘El Ánimo de lo Inefable’’ es la exhibición de Lisbeth Carvajal que se presentó en Casa del Barrio, esta fue acompañada por el texto curatorial de Gabriela Serrano. La muestra tuvo su apertura el 14 de julio y estuvo disponible hasta el 6 de agosto.
El ánimo de lo inefable se encuentra en el “entre” de la vida, como una adivinanza cuya respuesta permanece en la punta de la lengua del mundo. Su aspecto des- territorializado propone desde un lugar, aparentemente común, ahondar en el alma de las superficies. Vive en lo indeterminado, de modo abstracto, en un plano que torpemente queremos alcanzar con las manos; suspendido en el idioma cifrado de la naturaleza, albergando los movimientos de la tierra; resguardando la palpitación de la existencia. Ahí, reposa sin ser descubierto, sostenido por un algo indivisible que traza y contiene la esencia etérea del universo.
Esta muestra, influenciada por el impulso de repaso que anima a un recuerdo adulterado por la imaginación a fantasearse de muchos otros modos, reavivando inmaterial e infinitamente la particularidad significativa de un instante transformado en huella que habita cicatrizando en nosotros. Nos invita a sentir en el intersticio de las imágenes, lo que ocurre o no con ellas, transitándolas a partir de su forma indefinida, posándose finalmente en lo indescriptible de una sensación.
Carvajal reconstruye los lugares que habitó en su niñez, mediante breves horizontes y escenas costeras, distorsionadas por el transcurso del tiempo y las experiencias plurívocas, alternadas entre realidad y ficción. Barcos, gaviotas, cangrejos, palmeras, y más, conforman y ficcionan el paraje “marino – desértico”, que, lejos de evocar la representación de un inofensivo día en la playa, en su árida formalidad concentra restos mnémicos que exteriorizan las inquietudes pendientes, reproduciendo un dilatado fragmento biográfico
El dibujo revive los procesos formales de aprendizaje en la infancia, se delinea y articula elocuentemente con el objeto habitando la galería a través de la expansión y mezcla de sus materiales; ralentiza el ritmo de una lucha producida por dos únicos seres que dependen del fin de su rival para subsistir, congelando su conclusión en un acto de indeterminada victoria; y sintetiza la idea de vida y muerte, principio y fin, en un loop que tras el movimiento nos da la impresión de permanencia e infinito presente, pero en su repetición acontece en recuerdo.
Gabriela Serrano Soto
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