N24 Galería de Arte presentó “El Rostro de Marte”, una exposición de Martina Miño Pérez. La muestra se centró en la idea del cuerpo como recipiente de un mundo matérico y de un mundo etéreo en constante proceso de disolución y solidificación. A través de las piezas de la serie, la artista exploró la “imaginación mesomórfica” y la interiorización de los objetos visibles como dispositivos transformadores. La exposición estuvo abierta desde el miércoles 19 de abril hasta el viernes 5 de mayo en la N24 Galería de Arte, en Quito, Ecuador. Los visitantes tuvieron la oportunidad de sumergirse en el cosmos antropomorfo de Martina Miño Pérez.
Un rayo solar toca el rostro de Marte. La luz busca definir su superficie pero solo llega a deformarla. Órganos porosos, aceite y vapor; metales que parecen espejos descansan sobre el piso de azufre. El resto del planeta permanece en la penumbra, nuestros ojos no lo ven, sin embargo, respira. Su intestino engendra la fermentación de los metales (physica subterránea) donde cobre, hierro, acero, estaño, aluminio, y zinc se convierten en energía coagulada. La digestión es fría, rígida, y severa. Es ella la que crea el esqueleto material del mundo.
El Rostro de Marte es una serie en la que el cuerpo se muestra como recipiente de un mundo matérico y de un mundo etéreo en constante proceso de disolución y solidificación. Las piezas son “encarnaciones” e “inmersiones” en un cosmos antropomorfo en el cual nuestros sentidos son herramientas esenciales para su interpretación. Es a través de la “desolidificación” de estos objetos visibles que sucede su interiorización como dispositivos transformadores. No hay órgano humano que no tenga correspondencia con un signo sideral, una estrella, una inteligencia, un nombre dentro del arquetipo divino. Todo lo que parece externo, es realmente interno. Lo “infinito” también es lo “infinitesimal”.
Esta muestra recorre un cuerpo de obra que desea que sus significados sean integrados corporalmente. Profundiza en el concepto de la “imaginación mesomórfica”, una intuición que busca sentir el interior de una sustancia y nos recuerda que “hasta el ojo, la pura visión, se cansa de los sólidos”. Este es el mausoleo de la agricultura celeste: el reino sensible de los elementos donde se siembra un cuerpo y se cosecha su espíritu
Martina Miño Pérez (Ecuador, 1990)
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Martina Miño Pérez es artista plástica e investigadora quién trabaja entre Helsinki y Quito. Martina a través de su trabajo artístico crea “encarnaciones” e “inmersiones” que utilizan al gusto, al olfato y al tacto como principales sentidos de interpretación de la experiencia artística. En sus obras, la “desaparición” e “interiorización” del objeto visible son abordadas como instrumentos transformadores del pensamiento. Ella utiliza la poética de la “digestión” como metáfora de la asimilación de conceptos y su investigación material explora su potencial poético. Al igual que la alquimia contemporánea, utiliza resina, hierro, piedra y otros materiales para producir vasijas transformadoras, al tiempo que emplea técnicas experimentales en la ciencia culinaria.
Sus piezas desean provocar encuentros íntimos y ritualísticos, sensoriales, y colectivos, entre la obra y su público. Martina es ganadora de la V Edición del Premio Brasil de Arte Emergente y ha expuesto su trabajo en Finlandia, Suecia, Japón, Alemania, Estonia, México, y Ecuador. Ella ha mostrado su obra en espacios como El Centro de Arte Contemporáneo de Quito, BRUTAL (Perú), Proyecto N.A.S.A.L (Ecuador), The Institute of Endotic Research (Alemania); Pori Biennale IV (Finlandia), Supermarket Art Fair (Suecia), y Arte Actual FLACSO (Ecuador).