Dentro de la historia de ONDER se encuentra un punto de partida para adentrarse en el mundo del arte en su esencia más pura. La exhibición colectiva, creada por un grupo de diez artistas ecuatorianos, rinde homenaje a un proyecto cultural autogestionado. Concebido en la Ciudad de Guayaquil en 2020 bajo la dirección de David Orbea y Juanca Vargas, ONDER se manifiesta en diversas formas: videos, animaciones, fotografías, montajes sonoros, instalaciones pictóricas, pinturas, dibujos y dinámicas ocultas. Cada una de estas expresiones ofrece una ventana hacia la temporalidad compartida por ONDER durante su existencia en la ciudad.
La exposición se presenta como un monólogo desordenado, tejido con hilos de experiencias pasadas vividas en ONDER. Cada obra aporta pistas discretas que invitan a explorar el pasado, como piezas de un rompecabezas que sugieren una narrativa más amplia. Ante los visitantes se desvela una biografía artística en proceso de revelación. Los artistas que participan en esta exhibición, entre ellos David Orbea, Juanca Vargas, Ricardo Bohórquez, Andrea Moreira, Daniel Zambrano, Janio Navarrete, Carlos Figueroa, Lisbeth Carvajal, David Jarrín (Davartis) y Norton Reyes-Vargas, han colaborado para tejer un tapiz que explora la fugacidad y la permanencia del arte, recordando a quienes lo contemplan su capacidad para conectar experiencias y emociones.
Desde que comenzamos, se han caído unos cuantos. Nuestra generación ha destruido muchas cosas (reglas, colectivos, obras — algunas accidentalmente—), hasta nuestros propios sueños. Somos unos cuantos, una suma de batallas, algunas ganadas y algunas perdidas. ¿Logramos? tal vez desbrozar así el terreno para que otros batallen de nuevo por esa misma finalidad bajo un nombre distinto.
Será que quedan atrás las claves que nos hicieron respirar sobre una ciudad de comedia sarcástica fundada en un no saber radical, y ahora, nos escondemos en universos pequeños que habitamos como personajes que secretamente ocultan una voluntad por ser útiles. Aquí, se reúne la secuela elemental de nuestras voces aún emergentes y provenientes de una memoria en desorden.
Y si la historia está hecha de destinos individuales, me parece que nos estamos arrancando… Pero ahora es necesario que llueva para la escena siguiente, una llovizna que vuelva más áspero este paisaje, que haga recordar melancolías, que ponga si es posible lágrimas a la altura del acontecimiento que se va a producir y de lo que se espera luego de terminada la escena.
Aunque uno ama este paisaje, es pobre como imagen, pero en la práctica es difícil.
Es que estamos acostumbrados a la gente difícil. Morir, es la necesidad en un confuso afán de nacer de nuevo, esta vez lejos del espectáculo de un mundo en contagiosa descomposición.
Todo sucede dentro de cada uno y demasiado lejos. Les traemos fragmentos de pasado como quien hace su mudanza: los recuerdos rotos, música de fondo, los fracasos que se notan más por las pegaduras, los proyectos a los que les faltó siempre una pata.
Se acabó. Eso es todo, amigos. Para que esto sea honesto, hay que dar tregua a la lucha con una chela entre manos, cerrar el bolsillo autocongestionado y nuevamente, comenzando otra vez, como si siempre se tratara de nuestra primera obra, de la primera o peor aún, de la última.
—Zayra Ninoska.